En la actualidad, las bacterías estan ganando terreno en la constante lucha por la supervivencía generando nuevos mecanismos de resistencía a los antimicrobianos (RAM). La disminución de la efectividad de los antimicrobianos existentes es una consecuencia de la muy compleja interacción entre la selección natural, el medio ambiente y los patrones de uso de estas drogas.
En el caso específico de México, las estimaciones de las últimas dos décadas del siglo XX, entre 60-80 por ciento de infecciones respiratorias agudas y las enfermedades gastrointestinales, particularmente diarreas, fueron tratadas con antibiótico, pese a que sólo entre 10-15 por ciento requerían este tipo de medicamentos.
Este mal uso de antibioticos presenta un problema a nivel de resistencía y los más afectados son aquellas personas con una ITS. Un buen ejemplo es Neisseria gonorrhoeae resistente a cefalosporinas y fluoroquinolonas.
Con 87 millones de nuevas infecciones cada año, la gonorrea es la segunda infección de transmisión sexual (ITS) más común y una de las tres ITS en las que se centra la estrategia mundial de ITS de la OMS. La gonorrea causa una morbilidad significativa y, si no se trata, puede provocar complicaciones graves como enfermedad inflamatoria pélvica e infertilidad.
Aunque la infección por Neisseria gonorrhoeae es tratable, la gonorrea desarrolla resistencia fácil y rápidamente, esta es la razón por la cual la mayoría de los antibióticos utilizados desde la década de 1940 ahora han perdido eficacia. Debido a las crecientes tasas de resistencia y la escasez de alternativas a los tratamientos actuales, la OMS también ha incluido a Neisseria gonorrhoeae como uno de los patógenos de alta prioridad para la investigación y el desarrollo de nuevos antibióticos.
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